La mansión Winchester, lujo y misterio

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mansión Winchester

Aunque cuando a uno se le pregunta por sitios que dan miedo normalmente va a pensar en un cementerio, o en algún lugar abandonado, también hay mansiones que resultan tétricas. Es el caso de la mansión Winchester, una de las casas encantadas más famosas del mundo. Lo primero que debemos decir sobre ella es que la misma fue construida en 1922, y que se encuentra en el Estado de California, Estados Unidos.

Por lo demás, es importante tener en cuenta que se trata de un inmueble tan importante -sin dejar de lado la inflación- que si bien su construcción tuvo un costo de poco más de cinco millones de dólares, hoy sería necesario pagar 14 veces más, unos 71 millones, para hacerse con ella. Además, su superficie construida es de 24.000 metros cuadrados, una verdadera locura.

Considerando como se puede observar que toda la mansión es una obra de arte en sí misma, vamos a seguir con el repaso de algunos de los principales elementos de lujo que posee, como sus telas traídas específicamente de la India, además de una serie de trabajos en marquetería y bronce, todos los cuales son únicos puesto que se hicieron a mano de forma particular a pedido de sus dueños.

Algunos otros datos generales, en tanto, indican que los siete pisos de la mansión ofrecen albergue en 160 habitaciones distintas, mientras que cuenta con dos sótanos, dos ascensores, y lo más curioso de todo, un sólo baño, como se acostumbraba en la época. Lo más lujoso, sin embargo, son sus cerca de 10.000 ventanales, todos los cuales cuentan con cristalería de Tiffany.

Sin embargo, y más allá de todo el lujo que mencionamos previamente, resulta obvio que lo más extravagante de la mansión está relacionado con los hechos naturales allí sucedidos que muchos de sus habitantes relatan. De acuerdo a su palabra, se han escuchado ruidos de puertas que se abren, portazos de otras que se cierran, y hasta desgarradores gritos, que serían todos producidos por su antigua propietaria, una mujer llamada Sarah, quien deambula por no haber podido ver su obra terminada.